II. Un llamado misional

El Episcopado nacional ha convocado desde hace dos años a la Iglesia a movilizar sus energías en una tarea pastoral de abordaje de la problemática de las adicciones. Con clara honestidad manifiestan en su Carta Pastoral de convocatoria, el déficit que al respecto ha tenido nuestro accionar apostólico

“Todos sabemos algo acerca de la droga, pero en general no nos animamos a abordar el problema y así ayudamos a crear  un contexto que favorece su consumo. En definitiva, no tenemos la valentía y el coraje  necesarios para encarar seriamente uno de los más graves males de nuestro tiempo.

Indiferencia, consumismo, hogares que se rompen, falta de proyectos, cambio de valores, precarias condiciones sociales y un alarmante tráfico y comercio de drogas son determinantes para que la droga entre en nuestras familias y en nuestras comunidades.

La situación es grave y requiere de una acción mancomunada de toda la sociedad.

Pero digámoslo claramente desde el comienzo: la lucha contra la Drogadependencia  no es un interrogante sin respuesta.

Las claves para enfrentarla son (Cfr. Doc. Aparecida No 422-426): Promover una cultura de la vida basada en la dignidad trascendente de toda persona humana que no acepta vivir bajo la esclavitud de sustancias que llevan al mundo de las tinieblas.”

Constatan que “que la drogadicción no es sólo un problema de “sustancias”, sino más  bien de cultura, valores, conductas y opciones. Es expresión de un malestar profundo que algunos llaman “vacío existencial”

Tan contundente es la constatación de la deficiencia como la direccionalidad de la propuesta de salida: volver a la “cultura de la vida”, que tanto defendió Juan Pablo II y es propiamente evangélica. La propuesta es por otra parte fuertemente sostenida por el Episcopado latinoamericano en Aparecida, como la misma carta lo cita.

Ambos documentos tendrán especial referencia en esta promoción de la cultura de la vida, a la tarea educativa (específica e inespecífica) y a la transmisión de valores.

El Programa de Acción Pastoral que se lanzó junto a la Carta mencionada, postula como primera acción de creación de alternativas frente a la problemática de las adicciones, la Educación y Prevención.

Remarcan que es necesaria “una estrategia de prevención basada en tareas educativas en todos los niveles, fundamentalmente en el seno de la familia, las iglesias, la escuela, las fuentes de trabajo, las comunidades barriales y en todos los ambientes donde se dignifique y se celebre la vida.” Y nos advierten: “Porque confiamos en la prevención educativa, nos parece insuficiente la atención que presta a este tema la Ley de Educación Nacional, recientemente aprobada”

Ante esta llamada entonces, y ante el peso de la realidad de nuestros jóvenes y niños y su entorno socio-familiar, se hace imperiosa la puesta en ejecución de dichas tareas preventivas en el seno de nuestras comunidades educativas.

Anexos:

Apunte 1: Sugerencias de lecturas Pastorales

Apéndice 1A: Conceptos fundamentales de Adicciones. ¿De qué hablamos? y Apéndice 1B: Conceptos fundamentales de Prevención. ¿De qué hablamos?

Apunte 1: Nueva Ley de Prevención y Bibliografía oficial

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